Por Arturo Alvar
"La exaltación termina por resbalarse a 1/2
esquina".
Mario Santiago Papasquiaro
(Primera parte)
Llegué a Bellas Artes cuando el sol ya arremetía sobre la
plaza. El sol era el primer contrincante que asomó la vista ese día. El ring
estaba colocado del lado izquierdo del Palacio, si lo vemos de frente, a un
costado de la estatua que sólo daba a medio día una línea de sombra. Ahí estaba
resplandeciente el Cuadrilátero, con sus cuerdas bien tensas, la lona azul
reflejando el cielo. No pensé que quería
estar allá arriba en ese momento, sin embargo ahora lo pienso, mientras escribo
esta crónica, pues como se pregunta Miguel Santos: ¿acaso alguien puede mirar
el cielo sin arrojarse a volar?
Se escuchaban ya los comentarios de aquéllos cábulas en el
micrófono. Steelman, quien no se había aparecido en las eliminatorias previas,
hace acto de presencia, lo mismo que Andrés Castuera y Gustavo Alatorre. No se
iban a perder unos Cuartos de Final, que se han caracterizado dentro del
Torneo, en sus diferentes ediciones, por ser los más peleados. Ahí estaban ya
los adversarios, sin saber todavía con quién se iban a enfrentar. El sol no
daba tregua, pero el poetastro y el poetastro junior sacaron unos sombreros chinos
de color azul y los repartieron entre el público, para dar un poco de alivio a
las cabezas insoladas. Quizá por esto último y por la máscara, metido por
completo en su personaje, el poetastro reclamaba que lo pusieran al chambear y
ya trataba de acaparar la atención cuando dieron comienzo los Cuartos de Final.
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Andres Castuera, Gustavo Alatorre y Steelman en los comentarios. |
Hortensia Carrasco se subió al ring para fungir de réferi,
mientras que Andrés Cardo desde el encordado ajustaba los últimos detalles.
Abajo los jueces se notaban impacientes. Los poetas Cynthia Pech y Alejandro Joel, además del maestro Saúl
Ibargoyen, conformaron el jurado. No es casualidad que Ibargoyen acuda a los
Cuartos de Final, es una etapa crítica del Torneo que necesita de un rigor en
el mismo grado que la gran Final, además de toda la expectativa que se genera
en torno a las propuestas, pues en general se considera que, a esta altura del
Torneo, la poesía que se va a presentar tiene ya una calidad indudable. Abrió esta prometedora e intensa jornada Edwin “Canuto”
Roldán, ganador del Tercer Lugar en el 2011, quien con versos provocadores,
como lo apreció Gustavo Alatorre, incitó a los poetas al combate, con un cierre
por demás contundente: “Escribir es un acto terrorista o reconciliador”. Entre
esos dos polos se cifraría la contienda.
El primer enfrentamiento se dio entre Víctor Lovera y Uber
Martínez, chilango y guerrerense respectivamente, ambos nacidos en la década de
ochenta, lo digo porque fue evidente que sus poéticas están determinadas tanto
por el espacio como por el lugar desde el cual enuncian. Víctor Lovera, quien
eligió la esquina ruda, se llevó el primer round por unanimidad, pero sorprende
que no se le concediera a Uber Martínez un sólo voto a pesar de que su poema
planteaba vetas interesantes.
Si bien ambos plantearon paisajes interiores, lo hicieron con
una propuesta simbólica completamente distinta. Lovera se dirigió al cuerpo
femenino, que es una estepa, lo verbaliza y penetra “aselvado”, planteando un
poema fálico con imágenes como “pelaje oleando de espumas”, “bisonte a
traspasar el pleoceno de tus piernas”,
“ejército de cuernos” donde al final, después de la estampida, llega el
decaimiento del ímpetu, la sequedad del “deseo estepario en tu llanura”.
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Los jurados, de izquierda a derecha: el maestro Saúl Ibargoyen,
Cynthia Pech y Alejandro Joel. |
Sin embargo, en este poema no alcanzamos a ver a la persona a
quien le canta, el cuerpo se transforma en algo ajeno, en alusión apenas, como
un maniquí en la vitrina de su soledad. No es fácil alcanzar ni mostrar al otro
en un poema, desde luego, siendo que la tendencia natural es la objetivación.
El maniquí, no el cuerpo, está ahí para que exponga el abrigo hecho con la piel
del bisonte, depredado con las conquistas del hombre civilizado, con el que
creemos sentirnos menos vulnerables, al contrario, la prenda nos hace sentir
viriles, victoriosos.
A su vez Hubert Martínez, más humilde, es decir, sin
imperativos hacia el cuerpo del otro, se defendió con poemas que desde la
segunda persona hablaron del “hambre a la intemperie”, de aquéllos que pueden
ser él mismo como “fantasma de paso”, “los que sin pies lejos se fueron
buscando su raíz”. Para el segundo round, Hubert mostró una poética que toma
distancia de la metáfora antropomorfa: “Por siempre amanece la piel / en donde
airado nací”, desplegando una fauna donde la otredad no es el hombre, sino el
animal o la naturaleza: “el otro, mi llaga de árbol, espiga tornasol”. Se
fusionan los seres lo mismo que lo animado con lo inanimado, donde el cuerpo hecho
danza es la conciencia del poema: “Sólo bailo la voz del pájaro-lagarto”, “en
el costado de la piedra-lagartija”.
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El poeta guerrerense Hubert Martínez durante su participación. |
Por su parte, con un poema escatológico titulado “Anorexia”, donde
habla de “Buscar la involuta que parte de tu ombligo” de una “venganza contra
los círculos del verbo”, así como de las victorias que “asomas por tu ano”, Víctor
Lovera tuvo la apreciación negativa del jurado, quien no estimó las imágenes
que nuevamente nos remitieron a la objetivación del cuerpo, ya no en el símbolo
fálico sino en una crítica poco lograda a los arquetipos femeninos. Con esto
bastó para que el primer combate se fuera hasta un tercer round, donde Uber
Martínez empezó bastante fuerte: “Arrancas mi silencio/ en guijarro azul me
trepas”, un poema donde aparecen elementos quizá chamánicos como un “amarre de vícera”, volviendo al cuerpo
como mímesis de la naturaleza: “mis piernas de alga/ mi collar… mi vientre
dormido”.
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El poeta Víctor Loera, que clasificó a la semifinal 2012. |
Sin embargo, problemas técnicos impidieron que se oyera bien
la declamación final de Uber Martínez, a lo que Víctor Lovera contestó con el
“erotismo” que planteó a lo largo de la contienda, es decir, centrando la
objetivación en el cuerpo femenino: “pezones en gancho/ pescando Rómulos”. Ya
no la selva en la llanura, sino una “erosión eólica”, retomando la fauna
agreste donde se advierte la alusión del cuerpo, más bien el tórax femenino,
como patria fundacional, en referencia directa a Octavio Paz: “tus senos son
dos águilas”/ la serpiente designa/ tu vientre rococó”. El jurado finalmente
favoreció a Víctor Lovera, siendo que el código simbólico usado por él definitivamente
es más dominante que el de Uber Martínez.
El segundo enfrentamiento, quizás el mejor de la jornada, sin
desmerecer la intensidad de los otros, fue entre Miguel Santos versus Alejandro Zenteno, muy parejo, donde
el primero salió avante frente al segundo. El jurado apreció más el carácter
experimental de Santos que el peso de la tradición en la que se inscribió
Zenteno. Antes de subir al encordado, Alejandro me comentó que estaba guardando
sus mejores poemas para la final. Pues bien, seguirán guardados quizás para el
siguiente año, lo que Adriana Tafoya calificó de una derrota por “exceso de
confianza” por parte de Zenteno.
Pero no hay que olvidar que Miguel Santos viene con unos
poemas tremendos, que han sacudido a más de uno y se han llevado los mayores elogios.
Mientras que otros se suben al ring, ya sea como jóvenes recién llegados o
viejas promesas, Miguel Santos es el contrincante a vencer. En su poema “A puño
limpio”, el cual abrió el segundo enfrentamiento, nos mostró que se pueden
hacer poemas, con temática del ring, sin que esto implique un desgaste por su
carácter tautológico. Al contrario, Miguel Santos reconoce que “A veces no
funcionan las palabras” y que “el vocablo no siempre es efectivo”, por lo que
es necesario entregarse al ritmo de la danza, hecha combate, conociendo los
tiempo para llegar al límite. Hace fluir el poema: “mientras un ocioso canguro
brinca sobre los ojos del otro”; suelta sonidos y retoma el discurso: “Bien
sabe el poeta que el oficio no pasa del costal”. Miguel Santos repite el uno-dos
varias veces, mientras camina, como acechando a su presa, entre las cuerdas. Entonces
da el primer “Gancho-Neruda” y logra un efectivo “recto-Bukowski” para llevarse
el primer round con el “golpe-palabra golpe-palabra/ al mismo tiempo”,
dedicados a Zenteno, su contrincante, para que “llore la canción su propia
estrofa”.
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Alejandro Zenteno, uno de los favoritos que quedó fuera este año. |
Alejandro Zenteno sacó de entre sus armas un escudo: el poema
solar. Invocó desde lo arcano a los “Espíritus del Sol”, “en su ruta al Cenit”.
En la visión de los voladores de Papantla, que “ofrecen dos colodes”,anudados
con el cosmos en círculo, es a la vez una alusión al juego de pelota, “los
jugadores bajo el Sol”, también ad hoc
con la temática del ring y con el momento poético. Así invoca a Huitzilopóchtli
y como los mexicas en la Toltecáyotl, escribe que “el colibrí esplende su
cuchillo/ vida y muerte da/ en la bóveda del cielo / y la sangre se pinta de
amarillo”. Se inscribe, como ya dije, en la tradición, tratando de asegurar el
triunfo. Sin embargo, los jueces valoraron más la experimentación oral y
semántica de Miguel Santos, lo performativo del contexto no como ilusión, sino
como un plus para resaltar el tono
coloquial del poema, efecto con el cual pretende, antes que los jueces, ganarse
al público, si bien los jueces le dieron el gane por unanimidad.
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Miguel Santos con un par de poemas de nocaut. |
En el segundo round, Miguel Santos salió con un poema
titulado “Zona sísmica” donde vuelve también la mirada al “tambor-ocelote” con
reminiscencias al lugar sagrado donde “se esconden los lagos”. En un código
parecido al de Zenteno en su primer poema solar. Pero aquí el dicho popular es
el que Santos supo variar con agilidad poética, usando nuevamente el recurso
del contexto de enunciación, que lo sitúa como un ente oral y performático, con
el fin de alcanzar al otro de manera más efectiva, a través de un mensaje que
interpela al público: “Alguien vino hoy a escuchar llover y no mojarse”, al
espectador que se siente ya no sólo aludido, sino partícipe del suceso. La
variación siguió, ya instalada en lo sola, cuando Santos dijo: “Alguien vino a
sentir fuego y no quemarse”.
Santos prosiguió con bellas imágenes que remitían al pasado:
como “antigua resina de los bosques/ roce de quetzal sobre tu espalda/ shu shu
shu”. Aquí el poeta acude a lo onomatopéyico para dar plasticidad al verso,
para después, lacónico, volver a la conciencia del oficio: “Hablar de muertos”.
Lo musical se hace presente cuando escribe: “el alma te vibra en el caparazón
de una tortuga” y de esta manera, haciendo una última variación al dicho
popular, concluye con una pregunta retórica, pero altamente efectiva si tomamos
en cuenta la recepción, el carácter de la verosimilitud en poesía: “¿acaso
alguien puede mirar el cielo sin arrojarse a volar?”.
Alejandro Zenteno, en condición de haber perdido el round
pasado, sacó uno de sus mejores poemas, “Rapsoda en do de pecho”, tal vez pensando
que no tendría otra oportunidad de hacerlo en semifinales. “Hoy vengo aquí”
dijo, “para cantar tu lucha, tu vida y tu muerte, / la epopeya interminable que
resuena con tus versos” No interpela al publico sino engrandece la figura de un
poeta, exaltando su “iluminada rebeldía”, que pudo ser una respuesta al gancho
nerudiano de su adversario, pero terminó en una conversación exclusiva, lo que
no fue muy propicio frente al contexto: “Tú mismo sabías, Pablo de Rokha, que
el acento que emprendiste, la batalla que asumió tu espíritu, fue para dar voz
y estilo a un pueblo… así tu corazón se desplegó como velamen de pellejo
enrojecido en los atardeceres de la humanidad”. Identifica al poeta con Ulises, cargando como
el héroe “un costal de mitologías sobre un mar de mutilados cadáveres”.
En serio creo que Zenteno tenía posibilidades de ganar el
segundo round contra Santos, pero no calculó bien la duración del poema. Le
faltó toda una estrofa final y aún con el voto de Saúl Ibargoyen a favor de
“Rapsoda” como un gran poema, afincado en la tradición, creo que estaría de
acuerdo el maestro si digo que aunque quizás este poema no pudo ser valorado
adecuadamente, en todo caso, el poeta sabe de antemano que el tiempo máximo para
la declamación de cada poema es de tres minutos, por lo que el desempeño arriba
del ring se tiene que ajustar a este formato. Miguel Santos sacó por demás un
triunfo incuestionable, a la luz de la participación que viene desarrollando en
este Torneo 2012, tanto que muy probablemente lo estemos viendo en la final.
¿Ustedes que piensan?
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En el medio tiempo la participación de Cris DiNatale fue sobresaliente con un solo de guitarra. |
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(Segunda
parte)
Continúo
mi crónica como se entra a un segundo round. Estamos a la mitad de los Cuartos
de Final del Torneo de Poesía “Adversario en el Cuadrilátero” 2012. Trato de
fijar nuevamente las imágenes, pero pienso que el tiempo es implacable y ha
borrado algunos detalles, mas es cuestión de esfuerzo, a través de la
escritura, para que regrese aquel momento. Recuerdo al público expectante, cuando
los adversarios subieron a dar lo mejor de sus poéticas. Ese sol que me quemó
el cuello, multiplicado sobre la plaza, con el mármol de los monumentos. Recuerdo
la palabra “verso” al comienzo de la batalla, donde sólo quedaban cuatro
contrincantes y dos lugares para la siguiente y última fase.
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Joana Medellín con fuerza se presentó en la explanada. |
Abre
la participación de mujeres Joanna
Medellín, quien junto con Adriana Ventura eran las dos únicas
poetas que quedaban de los ocho adversarios que llegaron a los Cuartos de
Final. Ambas pasaron a las semifinales, lo que ha puesto la situación en equidad
de género y confirma la participación destacada de las mujeres, logrando
remontar la aparente desventaja. Lo cierto es que las poetas han mostrado ya
sus cualidades expresivas más altas en lo que va de la justa. Por puntuación,
se ha trascendido que muy probablemente las semifinales sean entre hombre vs hombre y mujer vs mujer, es decir, entre Santos vs Lovera y Joanna vs Adriana,
para encontrarnos con un escenario de mujer vs hombre en la gran final.
Por parte de Joanna, se hizo patente el
carácter indómito de su juventud hecha poesía, ella misma se transformaba en un
poema viviente, inconstantemente bello, donde su cuerpo adquiere la mudanza de
los mares, el histrionismo a veces cede y deja ver lo emotivo por detrás del performance: “Fosforescencias sin
abotonarse” alcancé a apuntar, en la aparición sucesiva de imágenes que Joanna
hizo fluir como estrellas lechosas, donde el poema no se hizo blanquecino o
blanco sino, donde el espectador se vio atraído de principio a fin por el verbo
de su poesía, hasta que “verso tras verso” lo “seduzcan sus mandalas”.
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Carlos Chávez con poemas fuertes quedó fuera en los cuartos de final. |
No quiero encasillar a Joanna en una
generación ni en un estilo, aunque se acerca mucho a una temática cósmica que
comparte con otros poetas nacidos a finales de los ochentas, aunque ella nació
a principios de los noventas. A mí me gustan los viajes intergalácticos, pero
avisto en ellos una evasión y una exaltación que termina resbalándote a media
esquina, como dice Mario Santiago, sin siquiera alcanzar a comprar el cartón de
caguamas para los cuates.
Hay imágenes en Joanna que perturban, son
oníricas y de tono surrealista. De esta manera, “con el párpado de una galaxia”,
destella una luz de luna que nos abre en canal y nos siembra magnolias en los
oídos, en la que podemos compartir un ánimo exaltado, una catarsis emblemática,
que permite a nuestras pupilas tener también, como Joanna, “un segundo de
distracción”. Pero un segundo para la luz es todo un horizonte y durante su
transcurso pueden ocurrir las situaciones más prodigiosas, como fundar ciudades
o alimentar los corazones humanos con poesía, donde la poeta invoca a las
palabras para que acudan a su lecho: “Vengan cachorras mías, vámonos de viaje”.
La lírica de Joanna es corpórea, es decir, en ella encarnan, más bien encallan
sus metáforas. Joanna está como preñada de poesía, como ella misma dice, una
poesía para no enamorarnos, pero de la que podemos quedar irremediablemente
enamorados “cuando olvidamos las navajas que somos”.
Carlos Chávez, por su parte, también afirma
el cuerpo, ya no como lugar donde habita la poesía, sino como cárcel de la
conciencia: “Quiero salir de mis entrañas” nos dice desde un comienzo, en tono
telúrico, devastador. Nos habla de “un pozo oscuro” donde el yo lírico se
postra “ante una imagen que sirve de envoltorio”. Ese envoltorio quizá es la
apariencia, el reflejo en el espejo de lo que no somos pero mostramos. Tirar el
envoltorio al suelo de esos chocolates metafísicos de Álvaro de Campos, como se
tira la propia vida, escribe Pessoa, sería el acto de rebeldía que propone a su
vez Carlos Chávez. No en el vuelo del sueño sino en el reptar del lenguaje, que
también es otra dimensión y un transcurso que arroja versos como: “Sólo mi
carne arraigada en la tierra/ sabe que están aquí”. Atrapado en un cuerpo que
lo mantiene prisionero, queda como “estatua que se hunde en el vil cemento/ la
cárcel más absurda”. Los caballos, siempre al límite de la razón, en el
desquicio de la crueldad como animal de carga y explotación del hombre,
aparecen en una última línea que cierra enigmática: “matará a los caballos que
relinchen por su nombre”.
El primer round se lo llevó Joanna, pero el
segundo se lo llevó Chávez, con el voto favorable de Saúl Ibargoyen, por lo que
el encuentro se decidió en un tercer round, donde Chávez habló en un tono
social que aludía a los presentes. “Venga todo el mundo”, dijo en su poema
“pliego petitorio”, como si tuviera que dar una noticia poética, la cual será
difundida en internet, radio y T.V. A la mitad del ring, Chávez se muestra
inconforme ante el mundo lleno de injusticia, dirigiendo su mensaje a los de
arriba: “Díganle a presidentes, campañas… guerra contra granaderos y fusiles”,
así el poeta se pronuncia a favor de que el Poder reciba definitivamente una
“santa sepultura”. Por su parte, Joanna en su tercer round explayó sus
capacidades histriónicas y dejó ver a través del velo de la realidad, una
invención de sí misma en el poema, una rescritura “que no es murmullo, ni gesto
ni poema”, sino desgarramiento del nombre de la amada como su propio cuerpo.
“¿Quién eres tú?”, le pregunta Joanna a su deseo, ya muy lejos, en la penumbra
de la muerte, donde encuentra a su amada como un “rumor en los desiertos/ojos
eternamente abiertos/ cráter en la superficie de la luna”. Es un discurso
amoroso hacia el ser que ya no está aquí, apostando por el paroxismo, que sin
embargo se tornó en un discurso azotado cuando Joanna lo escenificaba, cayendo
en la exageración cuando trató a su vez de explicar sus sentimientos, pero esto
sin dejar de ser persuasiva, pues logró un efecto visible de conmoción en los
escuchas, lo que le dio el triunfo por unanimidad.
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David de la Torre presentó una poética extrema y escatológica. |
Para la última batalla de la jornada, nos
preparaba una grata sorpresa Adriana Ventura, que venció a David de la Torre en
una contienda que se alargó también hasta el tercer round. Como en un juego de
ajedrez, empezó de la Torre moviéndose en línea recta por el tablero encordado,
mientras que Ventura preparaba su movimiento de reina. David de la Torre
comenzó con una letanía: “Lenta, dolorosamente entender…” el ejercicio de la
poesía como un acto de conocimiento está inmerso en su poética, se sitúa a lo
Vallejo, pero ya sin el Dios enfermo: “nací en un año sin erección”, irrumpe
blasfemo en la retahíla clerical, tanto como “un día sin temblor”. En la misma
veta cósmica, David tiene su nave espacial, sólo que otro modelo, distinto del
de Joanna, digamos que un “bólido espacial” que no circula los sábados y por
eso el poeta se había tenido que venir en metro, mientras que el poema nos
invita un trago de “mezcal coronado/ sin sal de gusano”. Parece que es la
austeridad republicana lo que mueve a David, no eludiendo ni empuñando el poema
fálico, sino aludiendo a él.
De esta manera, David de la Torre se sitúa en
Oaxaca y con el problema de lo que significa entender, se inconforma como poeta
y se vuelve hipércrita: “eso de las saetas es una mamada… y yo que la mamo
tanto… enchílame la otra”, en alusión directa a Mario Santiago Papasquiaro y su
verso: “mejor largarse así/ sin decir semen va o enchílame la otra” que es por
demás un dicho popular, pero que se incorpora en David con un gesto de
vanguardia contra las saetas proyectadas al universo.
Por su parte Adriana Ventura, logró el voto
de Saúl Ibargoyen en el primer round, aunque se le acabara un poco el tiempo,
Adriana escribe sobre “los tentáculos que sujetan mi conciencia/ Leyes de la
Ciudad que no terminan… pistilos de luz”. Nos habla desde su propia circunstancia,
como con toda verdadera poesía: “entonces voy sola”, oscura y ya presa o
cazadora de una voz que madura sobre un “bosque de muerte/ de nuestros pasos y
el murmullo”. No le canta al fin del mundo, pues “aquí nada termina”, sino al
momento cuando “el sol acaricia las orillas de la noche”. Adriana se descubre
nocturna, ha gestado cada poema como una crisálida a su falena y venturosa abre
las alas. Finalmente su “Ciudad-Bosque/ se evapora”, con lo que Adriana Ventura
se llevaba el primer round con los votos del jurado dos a uno.
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Adriana Ventura se logró colar a la semifinal del 2012. |
En el segundo round, a la voz de verso, David
de la Torre salió con un poema-instructivo, mismo que fue desdoblando, como un
mapa para “desandar el camino andado / borracho de recuerdos” donde quizás sea
“imposible anclar”. Asimila la tradición del poema donde se evoca el pasado,
como Octavio Paz en su poema “Nocturno de San Ildefonso” que era la prepa donde
él estudiaba, la única de entonces, donde evoca una imagen en la que arriba de
la pirámide “unos muchachos fuman mariguana”. Así David evoca “una ciudad que
se fumó su primer toque”, la ciudad como uno mismo, metamorfosis donde con voz
en off se dice “Zapata vive” y donde
lo lésbico y lo hetero se encuentran on-line
y en la calle al mismo tiempo, cerrando en sonoro gesto burlón “ji ji ji /
jajaja/ jijiji”.
Por su parte, Adriana Ventura con su poema
“Pasionaria” nos dice: Ojos haces mis párpados/ desmoronándose en siglos de
plumas/ aleteo enloquecido es /delgadísima franja/ brota de tu infierno/ en el
limbo boreal de mis tobillos”. Sigue Adriana en tono oscuro: “Mi mano perdió la
sombra/ que nuestra costra sangra” y más adelante remata: “siglo de ámbar/
llaga en forma nace/ el desafío para el verdugo”. Son versos resonantes de
inconformidad frente al mundo, que duelen en la medida que la faz de la poeta
se concibe como horizonte derruido. Sorpresivamente el segundo round se lo
llevó David de la Torre con dictamen del jurado dos a uno.
Para el tercer round, David de la Torre
utilizó un tono lírico más coloquial, que sin embargo no alcanzó para llevar a
Adriana Ventura a la lona-luna o al sueño de los poetas que caen bajo el
diluvio del tiempo. David suelta las imágenes: “De pronto, madrugada fría y sus
gatos”, variando con destreza una frase popular: “No hay diciembre que dure
cien años”, así como se dice: “no hay mal que dure cien años”. Un tanto simple,
pero efectivo, David de la Torre discurre sin problemas, pero tampoco
arriesgando lo suficiente como para dar un gancho definitivo. Sin embargo, una
imagen suya se queda fija en el firmamento: “En el entrepaño de la noche, veo
tus ojos, que se me escapan”.
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Cuadro que donará Eric Martel para uno de los campeones. |
En cambio, Adriana Ventura tomó la iniciativa
en el último round, comenzando con un uper
de palabras venidas de un légamo sonoro: “podredumbre de mis huesos/ por no
estar en la boca del Enfermo/ en la niebla de la arena”. Con mirar de alud
profundo y melancólica ruina, ahí donde la exuberancia es belleza para William
Blake, Adriana escribe que “las mieles suelen germinar el hambre”; ahí donde
las mandrágoras crecen, Adriana Ventura, en tono más lúdico, no sin alusión al
canon, fecunda versos donde nos dice que: “en brillantes juguetes deambulan
roedores/ hasta encontrar en mis manos/ brazos solares/ el desierto en su
rugido”, con lo que tuvo más que suficiente para llevarse el gane de la tercera
caída y asegurar de esta manera su lugar en las semifinales y probablemente en
la gran final; pero para que esto último suceda, tendrá que prepararse pensando
en adversarios de altos vuelos como Miguel Santos o Joanna Medellín, a mi
parecer los dos favoritos para llevarse el campeonato de este año.
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Miguel Jesús Escabernal donó este cuadro para el campeón. |
Fue en la cantina “La Esperanza” donde
posteriormente nos reunimos para dar nuestras impresiones del encuentro. De los
comentarios pasamos a los pronósticos, pero no hay un acuerdo definitivo, pues cada
quien lleva su intuición a cuestas sobre el desenlace del Torneo, cuya final se
va a llevar a cabo el próximo 8 de diciembre en el Centro Cultural España, lo
que promete mucha luces, cámara y acción, pero sobre todo esperamos que sea una
final con mucha poesía.
Luego, como sucede con todo verdadero
festejo, terminamos hablando sobre el poeta Mario Santiago Papasquiaro. A la
bandita de Guerrero, Max Rojas les ha dicho que existe una especie de “baúl del
tesoro” escondido, con cientos de poemas del infra romántico (como califica
Heriberto Yépez a Mario Santiago). Esto me entusiasma de sobremanera. Platico también
con Gustavo Alatorre y me dice que una amiga suya estaba preparando una
investigación sobre Mario Santiago para estudiar la maestría en letras en la
UNAM, pero que se la rechazaron. Al parecer, Mario sigue despertando enconos diversos
aunque esté muerto. Salgo de la cantina cuando ha comenzado a anochecer, no
fuera que se me pasaran las copas y quedara derribado por el alcohol, con todo
mi entusiasmo, a media esquina.
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La foto de los clasificados, los jurados, los cronistas y todos los que caben en un ring. |